
Nacido en el seno de una familia de hosteleros en la villa de Kelston (a 8 millas de la ciudad de Bristol), John heredó de sus padres la taberna "The White Horse of Santiago"a la a orilla del pequeño río Avon, en la entrada de la población y delante del huerto familiar.
Casó con la lozana Enriquetta Be-Still autóctona de la aldea con la que tuvo 2 hijos: Bon y Jovi, los cuáles luego se dedicarían a la música tocando el organillo en ferias y fiestas de la comarca, incluso una vez en la boda de Lord Clark Kent.
Sr. Harrngton era apreciado por sus conciudadanos, su ingenio y maña habían resuelto en muchas ocasiones problemas domésticos relacionados con averías, desperfectos y mal funcionamiento de ingenios típicos de los hogares de aquella época. Pero por desgracia tenía un grave problema en su propio negocio que no acababa de solucionar.
Resulta que en aquellos atrasados años, la higiene no era precisamente una de las urgencias a resolver, la gente usaba cualquier esquina, recoveco o rincón cercano para hacer sus necesidades más primarias.
En la taberna de John, los parroquianos, sobretodo después de varios lingotazos de licor, recurrían al huerto de nuestro protagonista y allí descargaban tanto por delante como por detrás. Y así, en invierno lo hacían mas pegando a los muros del edificio, mientras en estaciones de buen tiempo se aventuraban más hacia las tierras de labor. Por supuesto, las hortalizas y verduras agradecían enormemente aquel maná alimenticio, dando a cambio y en agradecimiento hermosos pepinos, brillantes berenjenas, lustrosos tomates, etc..., pero el hedor repugnante y la atracción hacia el lugar de alimañas no deseadas hacían insoportable el lugar, ni que decir de abrir ventanas y portalones para airear, imposible.
Noches de insomnio, días de preocupación...John intentaba buscar dos soluciones al mismo problema: evitar el tufo y dar servicio a sus clientes. Y la respuesta llegó.
En el sótano de la taberna, amontonadas y polvorientas se encontraban las sillas de enea descartadas por su mal estado para ofrecer servicio en el establecimiento, nuestro ingenioso protagonista observó que la mayoría de los asientos se degradaban sobretodo en la zona central del asiento, dejando un curioso y amplio hueco justo a la altura del ojete anal de cualquier hijo de vecino. La candela ( la bombilla de la época) se le iluminó al bueno de John, luego, poco a poco, fue visionando su proyecto en base a otro factor. Frente a la taberna, y apenas a 40 metros se hallaba la orilla del pequeño río Avon con sus cristalinas y frescas aguas, de suave corriente y poca profundidad: El círculo se había cerrado, el proyecto comenzó a tomar forma.
La idea puesta en práctica fue la siguiente: En la entrada del local se dejaban ordenadamente una fila de sillas (con su peculiar hueco), el usuario cogía una (con o sin los accesorios) y se dirigía con mas o menos prisa hacia el río ( la velocidad era proporcional a la urgencia de la evacuación), se situaba en la orilla, descargaba y volvía a la taberna para continuar relajadamente su quehacer.
En cuestión de días el invento fue un éxito entre los parroquianos, los cuáles comenzaron a adoptar el artilugio a la vera del río. John Harrington fue con el tiempo reconocido como Hombre Ilustre del Pueblo y se le dedicó una estatua de bronce junto a la parroquia en la cual se le podía admirar sentado en su inmortal invento.
A su muerte y en memoria del aclamado y querido conciudadano, las fuerzas vivas de la población hicieron un entrañable homenaje: el cura, el alcalde, el obispo de Canterbury, el almirante Sir Ronald McDonald y diferentes autoridades comarcales cogieron sus sillas-water y ante una emocionada multitud defecaron con solemnidad y emoción. A la izquierda del texto, imagen de la silla-water inventada por John Harrington, se conserva en el Museo Local de Kelston. Observese junto al orificio anal ,los accesorios diseñados por el insigne visionario para ayudar en la natural tarea: el "plunger"(varilla desatascadora) y la "scraper" (raspadora).
En esta ilustración, vemos al paciente John (pillando in fraganti a dos clientes defecando por el ventanuco de la taberna) arrojar con benevolencia guijarros sobre los excrementos para evitar la expansión de los aromas por las cercanías. Fue a partir de este cuadro, pintado por Peter Pant-Alones el Joven, cuando nuestro protagonista comenzó a desarrollar su idea revolucionaria. El óleo sobre tela se conserva en la Smelly-Cake Gallery de Bristol.
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