Dirección: Katsuhiro Otomo.
Reparto: (Actores de voz- versión original) Mitsuo Iwata, Nozomu Sasaki, Mami Koyama, Taro Ishida.
Historia:
Neo-Tokio, 30 años después de la III Guerra Mundial la ciudad vive sumida en el caos, la delincuencia, las drogas, y las sectas apocalípticas. Los jóvenes sobreviven salvajemente reunidos en pandillas moteras, un submundo de violencia azota las calles y centros educativos.
Kaneda, líder de una de estas bandas impone su personalidad al resto del grupo, Tetsuo es el miembro más frágil y por ello recibe una protección mayor por parte de Kaneda.
Pero la vida del débil Tetsuo sufrirá un cambio dramático el día que sufre un accidente de moto, por culpa de un extraño niño que persigue el ejército.
A partir de aquí, el secuestro de Tetsuo por el Gobierno y el posterior intento de liberación por parte de Kaneda y una joven activista, desvelará un extraño experimento secreto con humanos : Akira, la liberación de una energía vital más terrible que cualquier arma inventada por el ser humano hasta la fecha.
Crítica:
A principio de los 90, la animación japonesa en formato largometraje era, si no desconocida, si rara, de hecho esta fué la primera película de anime que conocí. Podéis imaginaros el impacto que tuvo, teniendo en cuenta de dónde venía nuestra cultura de la animación: Disney y poco más. La nueva concepción que supuso el interpretar el género (casi exclusivamente infantil, entonces), estalló en mil pedazos ante lo que nos ofrecía aquel film: nuevas formas de movimiento, interpretación de mentalidad totalmente diferente a la nuestra, violencia explícita, ausencia de hipócrita moralina, un mundo post- apocalíptico, inter-relaciones entre personajes descarnadas, etc...Ni siquiera la tan cacareada "Heavy Metal" le hace sombra a esta obra de Otomo, con el tiempo se convertirá en una obra de referencia de la animación, no sólo japonés, sino a nivel mundial. Hoy quizás se vea un tanto "artrítica", pero recordemos de dónde viene y a dónde ha llegado. A destacar esas vertiginosas secuencias de carreras, la metamorfosis monstruosa de Tetsuo, las escenas oníricas de los muñecos y una banda sonora tan extrañamente exótica a nuestros oídos que nos desquicia. No la compares con nada de hoy en día, siempre saldría ganando Akira.
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